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(IVÁN): APOLOGÍA DEL PERDÓN

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1. Data: 2007-07-17 15:15:52

Temat: (IVÁN): APOLOGÍA DEL PERDÓN
Od: IVAN VALAREZO <v...@h...com> szukaj wiadomości tego autora


Sábado, 14 de Julio, ańo 2007 de Nuestro Salvador Jesucristo,
Guayaquil, Ecuador - Iberoamérica


(Este Libro fue Escrito por Iván Valarezo)


APOLOGÍA DEL PERDÓN

La apología aceptable del "arrepentimiento del corazón
pecador" delante de Dios, de su Espíritu Santo, de su gran
rey Mesías y de sus huestes celestiales, es,
indiscutiblemente, "la sangre" que se derramo gota a gota
sobre la cima de la roca eterna, en las afueras de Jerusalén,
en Israel, para "la reconciliación" del hombre con "la Ley
Divina" de Dios. Y "sin derramamiento de sangre", entonces
"no hay perdón de Dios" para ningún hombre, mujer, nińo o
nińa de la humanidad entera, en el paraíso, ni en la tierra,
para siempre.

Nuestro Dios es un Dios de gracia y perdón eterno, sólo por
medio de su fruto del Árbol de la vida, o del los árboles
cruzados de Adán y Eva, con Él crucificado y muerto, para
luego resucitar en el Tercer Día, con la "Ley consumada,
satisfecha en sus manos", y lleno del Espíritu de la vida
eterna para todos. Pues esta era la única manera, de salvar
la vida del hombre, de la mujer, del nińo y de la nińa de
toda la tierra, simplemente "sustituyendo la suya", como
pecadora eterna, por "la vida infinita y eternamente
gloriosa", libre de toda mancha del pecado, su Hijo amado, Ą
el Seńor Jesucristo!

Y nuestro Padre Celestial hizo todo esto con su Hijo,
"entregándolo a la muerte" del pecador de toda la tierra, "en
vez de que el pecador muriese por sus pecados", fue porque
sólo el Seńor Jesucristo, en el cielo y en toda la tierra,
"era moralmente perfecto para el sacrificio eterno", sobre la
roca eterna, en las afueras de Jerusalén. Por lo tanto, sólo
el Seńor Jesucristo "fue el cumplimiento moral y perfecto"
del sacrificio de Abraham y de su hijo Isaac, sobre la cima
de uno de los Montes del Moriah, y así también finalmente
"cumplió moralmente todos los sacrificios" de la humanidad
entera, desde Abel y hasta
el ultimó sacrificio del Tabernáculo y de todo Israel",
también.

Entonces en nuestro Seńor Jesucristo tenemos perdón de pecado
y bendición de vida eterna, porque cuando descendió al
infierno en el día de su muerte, entonces se llevo con él
cada uno de todos los pecados de la humanidad entera, del
pasado, del presente y del futuro. Y cuando "resucito en el
Tercer Día", entonces "se levanto con la Ley de Moisés,
completamente satisfecha y sin ningún pecado" del hombre del
paraíso o del hombre de toda la tierra, para que la palabra
de la Ley ya no sea ofendida más, como antes y como siempre
por el pagano de todos los tiempos, por ejemplo.

Es decir, también, que nuestro Seńor Jesucristo "se llevo con
él cada uno de nuestros pecados", para "abandonarlos en sus
lugares eternos", de entre las llamas de la ira de Dios en el
infierno, para que "jamás se vuelvan a acordar de ninguno de
ellos", en la tierra, ni menos en el paraíso o en La Nueva
Jerusalén Celestial. Y es por eso, que la Ley de Moisés ya
puede "vivir o existir" en nuestros corazones infinitamente,
porque el Seńor Jesucristo "la levanto del corazón de la
tierra", pero "sin ninguna ofensa del pecado" del hombre
sobre ella, para que "ya no haya condena alguna" para el
hombre, sino "sólo vida eterna y muchas ricas bendiciones de
salud infinita".

La Biblia es "el único libro" de todos los libros religiosos
de la historia de la humanidad entera, el cual realmente
"habla del perdón de Dios" para el pecado de la humanidad
entera. Y este perdón del pecado del hombre "se inicia" del
carácter sagrado y del amor infinito de Dios, porque él "es
lleno de gracia y de perdón" para todo el que desee vivir su
vida en perfecta santidad delante de su presencia, en el
paraíso, en la tierra o en la nueva eternidad venidera, del
nuevo reino celestial.

Y, por lo tanto, ese es el carácter, "por inicio propio", de
santidad y de perfección, siempre lleno de amor y de bondad
del verdadero hombre y de la verdadera mujer del paraíso y de
toda la tierra, también. Pero, hoy en día, estamos manchados
por el pecado, porque Lucifer le mintió a la vida, al
corazón, a la sangre, al alma y a todo el cuerpo o ser
viviente de Adán y así también de cada uno de sus
descendientes, en la tierra, comenzando con Eva, para que no
conozcan jamás el arrepentimiento de sus pecados a
Jesucristo.

Entonces es el deber del hombre de "aceptar responsabilidad"
por sus actos equivocados delante de Dios y de su prójimo
también, en todos los días de su vida por la tierra, para que
ningún mal "estorbe su calidad humana", es decir, su calidad
de haber sido formado en las manos de Dios, en su imagen y
conforme a su semejanza. Porque Dios desea que todo hombre y
toda mujer "crezcan hacia arriba", hacia su nueva vida
infinita del paraíso, por ejemplo, el cual Dios mismo se lo
ha entregado a él, como se lo entrego a Adán en el más allá,
no para que la rechace, sino para que la reciba y la acepte
como su Árbol de vida eterna.

Es por eso, que nuestro Dios ha llamado a todo hombre, como
llamo a Adán y a Eva en sus días, para que "se juzguen" a sí
mismos delante de él, de su Árbol de vida y de su fruto de
vida y salud eterna. Porque sólo el fruto del Árbol de Dios
es la verdad y la justicia infinita de la nueva vida venidera
del nuevo reino de los cielos, para sus huestes celestiales y
para su nueva humanidad infinita, libre de todos los males
del más allá.

Por lo tanto, nuestro Dios "requiere" del hombre que
"confiese" a su Jesucristo en su corazón y con sus labios,
cuanto más antes mejor para él y para ella, en esta vida y en
la venidera, también, eternamente y para siempre. Porque todo
pecado, todo error, toda falta y toda maldad, "tienen que ser
juzgados" por su mismo corazón humano, pero con la ayuda de
Dios, de su Espíritu Santo, de su Jesucristo y de su Ley
Santísima e Irrompible del paraíso.

En la medida en que, la Ley de Dios no se rompe, sino que se
"la cumple al pie" de cada palabra, cada letra, cada tilde y
cada significado divino en el paraíso, en la tierra y así
también en la nueva vida gloriosa de La Nueva Jerusalén
Eterna del cielo. La ley de Dios es "la guía exacta", ni más
ni menos, para la nueva vida eterna del nuevo hombre y de la
nueva mujer, en Dios y en su gran rey Mesías, el Hijo de
David, el Cristo, Ąel Árbol de la vida eterna!

Y sin la Ley de Dios, tal como es (y ha de ser) por siempre,
en la vida de Dios y de su nueva humanidad infinita del reino
de los cielos, entonces "no hay vida posible" para nadie, sea
ángel del cielo u hombre del paraíso o de la tierra, para
siempre. Entonces cuando Adán y Eva "rehusaron comer" del
fruto de la vida, realmente, "estaban quebrantando la Ley del
paraíso", es decir, la Ley Redentora, la cual recibió Israel
sobre las faldas del Sinaí para "entregársela al Mesías", en
sus días de vida en Israel, para que la cumpla, y así "salga
de ella": el perdón y la salvación del hombre.

Entonces el pecador o pecadora que "se juzgue" a sí mismo por
la palabra de la Ley del paraíso, pues, "se encontrara
culpable" de cada uno de sus malas palabras y de cada una de
sus malas acciones también, para destrucción de su vida y
para muerte eterna de su alma, en el fuego eterno del
infierno. Pero si el mismo pecador y la misma pecadora "se
juzgasen" a sí mismos por "la Ley Viviente", cumplida,
satisfecha y glorificada infinitamente en el corazón, en la
sangre y en la vida del Seńor Jesucristo, entonces su vida
"no será juzgada" para mal de su vida, ni su alma morirá
jamás, sino que "vera la vida eterna" de Dios.

Ahora, los que "no pueden juzgarse" a sí mismos por sus
pecados y por sus muchas tinieblas de sus vidas, entonces "no
aman" la verdad y la justicia infinita de Dios, manifestada a
cada uno de nosotros, en la vida llena del Espíritu de Dios
del Seńor Jesucristo y de la Ley Celestial de Moisés y de
Israel, por ejemplo. Es decir, que ninguno de ellos
"reconoce" en su corazón a su Dios, ni menos a su Espíritu
Santo, ni a su Jesucristo, ni mucho menos a la Ley Eterna, de
la nueva vida de Dios y de sus huestes celestiales del nuevo
reino de los cielos; y esto es pecado para muerte eterna.
(Pues entonces el vaticano "tiene que honrar la Ley del
paraíso" algún día y sin los ídolos e imágenes de talla de
siempre, para gloria infinita de Dios y salvación de mucha
gente, también.)

Por cuanto, nuestro Dios no está deseoso de "ver el pecado"
de nadie a que prospere y viva, sino a que muera y mengue en
la oscuridad de la eternidad, para siempre. Para que el mal
de las tinieblas no se siga "expandiendo" sobre todos los
aspectos de la vida humana y de toda la tierra, también. Lo
que nuestro Dios busca "es un corazón arrepentido" de sus
ofensas, de sus malas palabras y malas acciones, también,
para que ningún error perdure jamás en su vida, como alguna
tiniebla del más allá de Lucifer o de sus ángeles caídos, por
ejemplo, para "manchar y así destruir" su vida en la tierra y
en la eternidad venidera.

Porque todo pecado "trae tinieblas tras tinieblas" a la vida
del hombre, para arrancarla de Dios y, al mismo tiempo,
alejarla lo más lejos posible de su Árbol de vida eterna y de
sus muchas promesas de perdón y de salvación infinita,
también. Y Dios nos ha entregado de su luz celestial, para
que esto no siga así en la vida de todos los hombres,
mujeres, nińos y nińas de la humanidad entera, sino que "vean
la verdad" y su luz y más no "la mentira y las tinieblas" de
la falsedad de Lucifer, por ejemplo, como sucedió con Adán en
el paraíso.

Es por eso, que nuestro Dios "busca el arrepentimiento" de
nuestros corazones, "únicamente aceptando la crucifixión,
muerte y resurrección de su Hijo amado, el Seńor Jesucristo",
en nuestras vidas día a día y por siempre, en la nueva
eternidad celestial; en donde viviremos infinitamente, porque
fuimos "creados para el cielo", para el paraíso, y libres de
los males del enemigo. Entonces nos debemos al SEŃOR para
recibir de su gracia y de su perdón, "sólo posibles" en
nuestros corazones y con nuestros labios, en "invocar" el
nombre del Seńor Jesucristo, en esta vida y así también en la
venidera del paraíso o de La Nueva Jerusalén Infinita del
cielo; y "no volver al error" de Adán y Eva jamás.

Porque sólo el Seńor Jesucristo "puede perdonar", limpiar y
librar del poder del pecado al corazón y al alma eterna del
hombre de toda la tierra, por "los poderes sobrenaturales" de
su Espíritu Santo y de su gracia infinita. Y "nada ni nadie
podrá jamás perdonar", limpiar y salvar el corazón y el alma
eterna del hombre, de los poderes del pecado y de las fuerzas
terribles del más allá, como los de Lucifer y de sus ángeles
caídos, por ejemplo, si no es sólo el Seńor Jesucristo,
viviendo en el corazón y en el alma eterna del hombre.

Por lo tanto, para poder perdonarnos nuestro Padre Celestial
de nuestros pecados, entonces "tuvo que hacer" que la verdad,
la justicia y la perfecta santidad de su Hijo amado sean
"hechas una realidad", sólo por medio del espíritu de la fe,
de su nombre santo, en nuestros corazones. Y este nombre
santo de Dios y de la vida gloriosa del reino de los cielos,
en nuestros corazones, como en los corazones de los antiguos
patriarcas de Israel, por ejemplo, quienes conocieron y
amaron a Dios y a su "gran rey Mesías", es el mismo nombre
del Seńor Jesucristo, ni más ni menos.

Porque sin este nombre glorioso "viviendo" en los corazones
de los patriarcas de Israel de la antigüedad, como en el
corazón de Abraham, Isaac, Jacobo, Moisés, Josué, David y
muchos más, entonces "no hubiesen jamás, ninguno de ellos,
haber conocido el amor de la verdad y de la justicia
redentora de su Dios y Fundador de sus vidas", Ąel
Todopoderoso! Entonces así como en la antigüedad y con sus
gentes inmortales, porque ellos viven en el cielo (o más bien
en el paraíso), pues entonces así también nosotros, hoy en
día, "no podremos tampoco jamás conocer a nuestro Creador y
salvador de nuestras vidas, sino invocamos su nombre santo
con nuestros labios primero y desde lo profundo de nuestros
corazones". Por eso, es mejor recibir a Jesucristo en
nuestras vidas, y no pecar como algunos antiguos (y no
todos), por ejemplo.

JESUCRISTO SE VIO OBLIGADO A REPRENDER A ALGUNAS CIUDADES DE
ISRAEL, POR SU FALTA DE FE, EN ÉL

Entonces comenzó a "reprender" a las ciudades el Seńor
Jesucristo, en las cuales se realizaron muchos de sus
milagros poderosos por los poderes sobrenaturales del
Espíritu Santo de Dios, para sanar a los enfermos y hasta
para levantar a los muertos de sus tumbas, también; y para
sorpresa del SEŃOR no se habían arrepentido de sus pecados
aun. Y el Seńor Jesucristo entonces se pregunta a sí mismo: ż
Qué más debo hacer para que estas gentes salgan de sus
tinieblas y abandonen sus pecados, por la luz infinita de la
gracia y el amor de Dios que está en sus corazones y en los
cielos, también, aunque no lo entiendan así, todavía?

Pues como vio el Seńor Jesucristo que nadie le respondía,
sino que todos se miraban a sí mismos y hacia a él, también,
entonces siguió su camino con gran tristeza en su corazón,
por la sorpresa que acogía a su espíritu y a su alma
santísima, de ver tanta ceguera espiritual en todos ellos,
cuando no debía ser así. Por lo tanto, el Seńor Jesucristo se
sintió muy herido en su corazón, por el espíritu indiferente
de muchos de ellos, de los que habían recibido sanidades en
sus cuerpos y, a la vez, habían visto maravillas también
manifestarse en la predicación de la palabra viva, en todas
las gentes que se acercaban a él, por una razón u otra.

Es más, el Espíritu de Dios se sentía herido también, porque
maravillas así, de las cuales no había ejecutado en otras
regiones de Israel, pero, sin embargo, "se habían
arrepentido" de sus pecados y aceptado al Seńor Jesucristo,
como su único y suficiente redentor de sus vidas, delante de
Dios y para gloria infinita de su nombre santo. Algo irónico
para el Seńor Jesucristo y para su Espíritu Santo también,
pero muy cierto -porque así fue en aquellos días y con
aquellas ciudades de Israel-, después de haber visto tanta
gloria celestial desplegarse en todas sus tierras y entre
muchas de sus gentes, y aun así no mostraron vergüenza o
arrepentimiento alguno por sus pecados.

Ciertamente nuestro Dios ha enviado a su Hijo amado a Israel
y al mundo entero, para "alcanzar grandes glorias a su nombre
santo", de los corazones de todos los hombres, mujeres, nińos
y nińas de la tierra, y así engrandecer su reino celestial
mucho más que antes, para "terminar" con las tinieblas de
siempre, en las vidas de muchos. Pero para que esto sea una
realidad en la tierra y así también en el paraíso o en el
nuevo reino de los cielos, como en La Nueva Jerusalén del
gran rey Mesías, entonces "el corazón del hombre tiene que
arrepentirse" de sus pecados, para que "las tinieblas
mueran".

Porque la verdad es que "las tinieblas no van a morir jamás",
si el corazón del pecador y el corazón de la pecadora no se
arrepienten de sus males de siempre y hasta de sus muy
mínimos errores, por ejemplo, delante de Dios y de su
Espíritu Santo, con tan sólo invocar el nombre sagrado del
Seńor Jesucristo. En vista de que, todo error, maldad,
mentira, injuria, calumnia, "es pecado mortal" para Dios y
para su nombre santo, aun por muy pequeńo o insignificante
que sea (el pecado), pues, aun así acarrea muerte eterna,
para el corazón y para el alma viviente del hombre de toda la
tierra y de los suyos, del mismo modo.

Y nuestro Dios para hacer que el hombre pecador y la mujer
pecadora "cambien sus maneras de pensar", entonces tienen que
"cambiar sus corazones y sus espíritus", a la vez,
milagrosamente. Y esto sólo es posible por los poderes
sobrenaturales de los dones del Espíritu Santo; es por eso,
que el Seńor Jesucristo en todas las regiones, valles,
aldeas, pueblos y ciudades de Israel, "hizo" milagros,
maravillas y hasta prodigios con su nombre santo, y aun así
algunos pecadores se "resistían" a su Dios, para "recibir el
perdón" de sus pecados.

Es decir, que por más que nuestro Padre Celestial "manifestó
su amor" y la gracia redentora de su Hijo amado, el Seńor
Jesucristo, por los poderes sobrenaturales de su Espíritu
Santo, haciendo que los enfermos "sanen" de sus enfermedades
y las gentes poseídas por el espíritu de maldad sean
"libres", algunos de ellos se resistían a la verdad de Dios.
Entonces muchos si no todos los pecadores "veían" la mano de
Dios y los poderes sobrenaturales del Espíritu Santo hacer
grandes cosas, "cosas como las cuales que jamás se habían
hecho en todo Israel", y ni aun así sus corazones no eran
movidos "al arrepentimiento justo" de Dios, para "sanar" sus
vidas y "salvar" sus almas, de la muerte segura.

Porque todo pecador y como toda pecadora, también, que "aun
no ha recibido" al Seńor Jesucristo en su corazón, ni menos
ha confesado su nombre sagrado con sus labios, "de acuerdo al
evangelio sobrenatural de Dios", entonces "va camino hacia el
bajo mundo" de las profundas tinieblas del más allá, el fuego
eterno del infierno. Y nuestro Dios no ha enviado a su Hijo a
Israel para "perder al mundo, en 'las mentiras' de Lucifer",
sino para salvarlo de su mal eterno, como de sus profundas
tinieblas, las cuales viven en las gentes de las cuales aun
no han "oído", ni menos "conocido" en sus vidas: la luz de la
verdad eterna, Ąel Seńor Jesucristo!

Es por eso, que "la lucha de Dios" en contra de las mentiras
y de las maldades de Lucifer "es justa y verdadera", la cual
comenzó en el reino con los ángeles, y luego se expandió al
paraíso para "tocar" la vida del hombre y así posteriormente
continuar en la tierra, como hoy en día, por ejemplo, con el
pecador. Y no es que nuestro Dios no pueda terminar con el
pecado del hombre y de Lucifer en toda la tierra y en el más
allá, también, sino que nuestro Dios es "paciente y
profundamente misericordioso", no queriendo que el pecador
muera en su maldad, sino que "se arrepienta", "invocando" con
sus labios "el nombre salvador" de su Hijo amado.

Por esta razón, nuestro Dios aun no ha destruido al mundo
entero y a su humanidad también, como debió haberlo hecho en
la antigüedad, como en los días de Noé, o como en los días de
Sodoma y Gomorra, por ejemplo, por mencionar únicamente unas
cuantas ocasiones en las cuales muy bien lo pudo haber hecho,
por razones de justicia. Y, sin embargo, nuestro "Dios no lo
hizo" por amor a su nombre santo, el cual vive en el corazón
de su Hijo amado y en el corazón de cada uno de sus ángeles
fieles del cielo y así también en el corazón de cada uno de
los hombres, mujeres, nińos y nińas de la humanidad entera.

Y estos son, realmente, como hoy en día, en toda la tierra,
de los que aun "no han doblado sus rodillas" ante "el
príncipe de la maldad", quien justamente es Lucifer, desde la
antigüedad, por ejemplo, por amor y por temor al nombre
sagrado e infinitamente sobrenatural de su Hijo amado, Ąel
Seńor Jesucristo! Porque "todo falso", como embustero,
mendaz, calumniador, amante de lo ajeno, truhán, odioso de lo
bueno, odioso de la verdad y de la justicia infinita de la
Ley para con la humanidad entera, limpiamente, "ha doblado ya
su rodilla" ante el príncipe de toda mentira y de toda maldad
del más allá y del bajo mundo de los perdidos, Lucifer.

Además, "algunas gentes", como en algunos pueblos y aldeas de
Israel, por ejemplo, después de Dios haber hecho muchas cosas
gloriosas del cielo, en su nombre santo y por las manos de su
Hijo y de su Espíritu, para "subyugar los males" del más
allá, entonces decidieron "unánimemente no arrepentirse" de
sus pecados, sino seguir en sus vidas de siempre. Y es aquí,
cuando Dios mismo "se enoja con ellos", una vez más, como se
enojo varias veces en la antigüedad, por ejemplo, por culpa
de sus errores y por no conocer los poderes sobrenaturales
del Espíritu de la Ley de Dios, infinitamente cumplida en su
fe propia, en tan sólo creer en la sangre de su gran rey
Mesías. Porque la promesa del Mesías viene a Israel desde la
antigüedad, por ejemplo, y aun hasta nuestros días, también.

Y éste es el Espíritu de Dios, el cual ciertamente "se
manifestó a Israel" en la vida misma del Árbol de la vida, el
gran rey Mesías, el Hijo de David, para "cumplir la
escritura" y las promesas hechas a los antiguos, como a
David, para empezar una nueva vida celestial en la tierra,
para vivirla infinitamente en el cielo. Y es por eso, que el
Seńor Jesucristo reprendió a las ciudades de Israel, como a
Corazín y a Betsaida y otras, porque no quisieron "aceptar la
verdad y la justicia del sacrificio eterno", sino que
prefirieron pagar mal por bien, a quien sólo les había hecho
bien de su espíritu bueno y muy noble, por cierto, para con
ellos.

Por lo tanto, "la ira de Dios" en contra de estas ciudades y
de sus gentes "fue grande", pero por amor al Seńor Jesucristo
y a su obra muy importante en todo Israel, entonces Dios
"aplazo su ira", para otros días. Porque en ellas el Seńor
Jesucristo hizo muchos milagros y maravillas con su mismo
nombre santo, el cual te bendice y te sana de todos tus males
eternos, desde hoy mismo, para salvar tu vida y tu alma
viviente, también, para la nueva vida venidera del nuevo
reino de Dios y de sus huestes celestiales, Ąel Seńor
Jesucristo!

Y ninguna de estas ciudades se arrepintió jamás, sino que
decidieron darle la espalda y hablar mentiras de él, para
destrucción de sus mismas vidas, en esta vida y en el más
allá, también, para cumplir "el castigo de la Ley de Dios y
de Moisés" para con cada una de ellas, eternamente y para
siempre, en su juicio final. Porque todo alma que pecare, en
el día del juicio Dios "demandara de su pecado", para cumplir
toda verdad y toda justicia en aquella vida antes de enviarla
a su destino final, en el más allá, como en el fuego eterno
del infierno o finalmente la segunda muerte, el lago de
fuego.

Es decir, que así como Dios no quiso perdonar a Sodoma y
Gomorra en el día de sus maldades, pues así también, el Seńor
Jesucristo no quiso perdonar a Corazín y a Betsaida, por
ejemplo; ni tampoco perdonara jamás a ningún pecador o
pecadora que se acerque a él, sin el Seńor Jesucristo
viviendo en su corazón. Porque para nuestro Dios ningún ídolo
e imagen de talla, que ofenden y violentan su Ley Divina,
podrá jamás mediar por el perdón y la salvación de ningún
hombre, mujer, nińo o nińa de toda la tierra.

RECHAZA TUS PECADOS Y RECIBE UN CORAZÓN NUEVO Y UN ESPÍRITU
NUEVO

Entonces nuestro Padre Celestial desea que cada uno de
ustedes, "eche de sus vidas", de sus corazones y de sus
espíritus y mentes humanas "todos sus pecados", para que no
vean tinieblas ya más, sino la vida eterna, la cual sólo es
posible en creer en el corazón y en confesar con sus labios:
"el nombre 'salvador' del Seńor Jesucristo". Porque esta
confesión de fe, de nuestros corazones y de nuestros labios,
es lo que realmente hace descender del cielo cada una de las
bendiciones que necesitemos en nuestras vidas, día y noche en
la tierra y así también en nuestras nuevas vidas eternas del
cielo.

Porque, además, sólo el Seńor Jesucristo es "la verdad y la
justicia celestial" que bendice y salva el alma viviente del
hombre de toda la tierra, en esta vida y en la venidera,
también, eternamente y para siempre. Por lo tanto, mientras
tengan tiempo, "abran sus corazones a Dios y a su
Jesucristo", para que adquieran "un corazón nuevo y un
espíritu nuevo", también, para gloria y para honra bendita de
su Dios y Fundador de sus vidas; porque si no lo hacen así,
entonces desobedecen a su Creador, y sus almas peligran ante
el mal del pecado.

Por ende, esto es "muy peligroso", para cualquier ser
viviente, ya sea en el cielo con los ángeles o con los
hombres en el paraíso o en toda la tierra, de nuestros días,
por ejemplo. Es decir, que están "desobedeciendo y, a la vez,
"deshonrado" al Seńor Jesucristo, delante de Dios y de su
Espíritu Santo, para mal eterno de sus almas. Por lo tanto,
ha de morir irremediablemente cada uno de ustedes, en toda la
tierra y aun en el más allá también, en su segunda muerte
final, en el lago de fuego eterno, si no se arrepienten
delante de Dios y en el nombre sagrado de su Hijo amado, Ąel
Seńor Jesucristo!

Por lo tanto, nuestro Padre Celestial "no desea ver a la
muerte" del pecador por su culpa y por sus muchos pecados,
sino todo lo contrario. Nuestro Dios sólo desea ver al hombre
"arrepentido de sus pecados" y, al mismo tiempo, "llena su
vida" de la vida gloriosa de su Hijo amado, el Seńor
Jesucristo, porque esto es "justicia y verdad infinita" para
él, en la tierra y así también en su nueva vida eterna, del
nuevo reino celestial.

Porque para esto Dios ha enviado a su Hijo al mundo, para que
la vida del mundo y así también la del hombre "cambie a la
vida sagrada" de su alma santa, como lo es así en el cielo,
lleno por doquier de la "vida del Árbol Celestial", por
ejemplo, para alcanzar nuevas glorias infinitas a su nombre
santo. Porque donde está el Seńor Jesucristo
hay arrepentimiento y dolor por el pecado y su culpa eterna,
por lo tanto, sin duda alguna "hay vida y salud" en
abundancia, para el corazón de cada ángel del cielo y así
también para cada hombre, mujer, nińo y nińa de la humanidad
entera, sin jamás hacer excepción de persona alguna jamás.

Entonces sin el Seńor Jesucristo "no hay vida alguna
posible" para Adán en el paraíso, como en el día que rechazo
comer de su fruto viviente y así también para los ángeles del
cielo y para la humanidad entera, de hoy en día y de siempre,
en la nueva eternidad venidera. Es por eso, que Dios desea
que el hombre "reciba la vida única" de su Jesucristo, cuanto
antes mejor, como hoy mismo, por ejemplo, con tan sólo creer
en su corazón y así confesar con sus labios su nombre sagrado
y salvador, para que las puertas del cielo se abran, para su
vida y para la de los suyos, también.

Dado que, en donde Dios "salve a un solo hombre o a una sola
mujer", por los poderes sobrenaturales de la gracia infinita
de su Hijo amado, entonces hay vida en abundancia para los
suyos, también, no importando su numero jamás, en esta vida
ni menos en la venidera, también, eternamente y para siempre.
Porque la escritura declara abiertamente, diciéndole al
hombre de toda la tierra: "Cree en el Seńor Jesucristo, para
gloria y para honra del nombre sagrado de Dios y, entonces,
'tú y tu casa serán salvos' de los males del pecado, desde el
momento que comienzas a creer en tu corazón, en la verdad y
en la justicia del Seńor Jesucristo".

Puesto que, "la verdad y la justicia" de nuestro Dios, en el
cielo y así también en el paraíso y en toda la tierra, "es
sólo el Seńor Jesucristo viviendo" en el corazón del ángel o
del hombre fiel a él y a su nueva vida sagrada, como en su
nueva ciudad celestial e infinita: La Nueva Jerusalén del
cielo. Por lo tanto, todo aquel que ha "creído" en la obra
sagrada de su Hijo amado, entonces ha alcanzado en su vida
"el perdón eterno de Dios"; es decir, también que sólo el
Seńor Jesucristo es "el verdadero arrepentimiento" del
corazón del hombre, para Dios y para su Espíritu Santo
infinitamente, en la tierra y para la nueva eternidad
venidera.

En otras palabras, "mayor arrepentimiento" del corazón del
pecador y de la pecadora para Dios no hay otro igual, que no
sea "únicamente" su Hijo amado, "el Seńor Jesucristo",
viviendo en el corazón del hombre y de la mujer de toda la
tierra, de hoy y de siempre, por ejemplo. Porque "sólo el
Seńor Jesucristo es el verdadero y único arrepentimiento" de
todo pecado del corazón del hombre y de su alma viviente,
también, para complacer a su perfección: "toda verdad y toda
justicia infinita del corazón sagrado de nuestro Padre
Celestial y de su Espíritu Santo, también, en esta vida y en
la venidera, eternamente y para siempre.

Y sin "éste arrepentimiento celestial del Seńor Jesucristo"
en el corazón del hombre o de la mujer, entonces no entrara
ninguno de ellos a su nueva vida del nuevo reino de Dios, tal
como le sucedió a Adán y a Eva, por ejemplo, en el paraíso,
en el día que no comieron del fruto del Árbol de la vida, Ą
Jesucristo! Es por eso, que todo aquel que cree en su corazón
y así confiesa con sus labios el nombre del Seńor Jesucristo,
entonces muchas "bendiciones celestiales" de la vida santa
del reino de los cielos comienzan a descender sobre toda la
vida de aquel hombre, mujer, nińo o nińa, sobrenaturalmente
fiel a su Dios y a su Espíritu Santo.

Porque para nuestro Dios todo aquel que ama a su Jesucristo,
entonces no sólo le es fiel a él y a su vida sagrada, sino
que también le ama de verdad y en la justicia sobrenatural
del Árbol Vivo de la crucifixión y sacrificio único y eterno
del Mesías, sobre la cima de la roca eterna, en las afueras
de Jerusalén. Es decir, también, que todo aquel que ama al
Seńor Jesucristo en su corazón, entonces le está realmente a
Él, el Creador del cielo y de toda la tierra, a nuestro Dios
y Padre Celestial que está en los cielos, por ejemplo.

Y "mayor prueba de amor" para Dios no hay otro igual, en el
cielo, ni menos en la tierra, "salvo el Seńor Jesucristo", su
único y eterno amor que su corazón y su alma santísima
"conocen", desde siempre. Es por eso, que el Seńor Jesucristo
es no sólo nuestro arrepentimiento perfecto de nuestro
corazón delante de Dios, sino que simplemente no hay mayor (o
no existe arrepentimiento más alto) para el corazón del
hombre delante de Dios y de su Espíritu Santo, hoy en día y
para siempre, en la nueva eternidad celestial e infinita, por
ejemplo.

Además, nuestro Padre Celestial "hace esta misericordia y
gracia infinita" de su corazón santísimo hacia cada uno de
todos nosotros, en todos los lugares de la tierra día y
noche: "Únicamente gracias a la bondad y gracia infinita del
Seńor Jesucristo 'operando' en nuestras vidas, para perdón de
nuestros pecados y para sanidad infinita de nuestras almas
vivientes, también". Y sin el Seńor Jesucristo viviendo en
nuestros corazones, entonces "Dios jamás nos podría perdonar
ningún pecado", ni menos llenar nuestras vidas de sus muy
ricas y gloriosas bendiciones sobrenaturales de sanidades
infinitas, de nuestros corazones, de nuestros espíritus y de
nuestros cuerpos humanos, en la tierra y en el paraíso,
también, desde el momento que rechazamos a su Jesucristo.

Entonces el que cree en su corazón, de que puede "recibir
algo de Dios", creyendo en los ídolos e imágenes de talla, de
los paganos de la antigüedad, entonces se está equivocando
terriblemente delante de Dios y de su Espíritu Santo, para
vergüenza y deshonra eterna de su alma viviente, en la tierra
y así también en el más allá. Porque todo aquel que "confía
en los ídolos e imágenes de talla" en su corazón, entonces su
destino final ha de ser el de aquel mismo ídolo o misma
imagen de talla del más allá, como del infierno, por ejemplo,
por haber creído en su corazón por error, para acercarse así
a su Dios y recibir algo de Él. Y lo único que puede recibir
de parte de Dios, el pagano que se acerca a él, con sus
ídolos e imágenes de talla, ha de ser su castigo justo y
eterno, según la Ley Eterna de Moisés y de Israel, por
ejemplo.

Porque la verdad es que "jamás ha existido", ni menos
existirá nada, para los que se acercan a su Dios, por medio
de ídolos e imágenes de talla, como las que arden entre las
llamas de la ira de Dios, en el fuego eterno del infierno o
del bajo mundo de los muertos, por ejemplo, en el más allá. Y
este lugar es, ni más ni menos, para todo pecador y para toda
pecadora idolatra delante de Dios y de su Árbol de vida, el
mismo infierno de los ídolos y finalmente, después del juicio
eterno, el lago de fuego, para que muera junto con sus ídolos
e imágenes, en el fuego del juicio eterno de Dios, para
siempre.

SÍ HABRÁ GOZO EN EL CIELO, CUANDO TE ARREPIENTAS DE TUS MALES

Pero los que "abandonan a sus ídolos" y a las imágenes de
tallas del pasado mentiroso y contradictor, a la palabra de
la Ley de Dios, por ejemplo, entonces Dios tiene 'muchas y
ricas bendiciones" para sus corazones y para sus almas
vivientes, también, desde ya, "si tan sólo confían" en su
Hijo amado, en lo intimo de sus corazones. Porque no hay
mayor confianza agradable al corazón de Dios y a su Espíritu
Santo, que el espíritu de su Hijo amado, el Seńor Jesucristo,
"actuando día y noche y con gran poder sobrenatural", en sus
corazones y en sus espíritus humanos, para acercarnos a él, y
pedirle lo que necesiten de su "gracia y de su misericordia
infinita".

Es por eso, que les digo, también, de que "habrá más gozo",
que cualquier cosa gloriosa del cielo, por un pecador que "se
arrepiente y se aleja" de la maldad de sus ídolos y de sus
imágenes de talla, por ejemplo, para "honrar el espíritu" de
la Ley Celestial y de su nueva vida infinita, del nuevo reino
venidero. Porque "el espíritu de la Ley Viviente", el cual es
el Espíritu de Dios, que Dios mismo ha instalado en nuestros
corazones, tiene que ser "glorificado y exaltado" en nuestras
vidas, para entonces cumplir con ella infinitamente, sólo por
medio de la fe, del gran rey Mesías y así al fin entrar a la
vida eterna, del nuevo reino celestial.

Y es precisamente "el cumplimiento de la Ley de Dios", por
"la invocación" del nombre glorioso e infinitamente milagroso
del gran rey Mesías, en nuestros corazones y con nuestros
labios humanos, entonces "hace que la bendición y el perdón
infinito" de la Ley Satisfecha sea una realidad en nuestras
vidas infinitamente y delante de nuestro Dios, también, para
siempre. Entonces "si hay gozo y fiesta" en el cielo, en el
corazón y en el Espíritu de Dios y de sus ángeles, ha de ser
porque "vuelve al lado" de su Árbol de vida, aquel pecador, a
quien Dios creo y amo en el principio, "abandonando" así por
su bien su pasado de tinieblas, de sus ídolos e imágenes de
talla.

En efecto, esto es algo "muy glorioso y honroso" para nuestro
Dios, para su Espíritu Santo y para su nueva vida gloriosa
del cielo, porque las tinieblas que estaban llevando al
abismo y a la destrucción de "una vida", preciosa y gloriosa
para Dios, al mundo de los muertos, entonces ahora "vive en
el paraíso". Es decir, que ahora es salva, esa alma eterna
del hombre pecador o de la mujer pecadora; salva por la
sangre infinita del paraíso por el "cumplimiento glorioso de
la Ley de Dios y de Moisés en su nueva vida celestial del
nuevo reino de Dios, por ejemplo".

Porque la Ley de Dios, para que el hombre, la mujer, el nińo
y la nińa de la humanidad, pueda desde ya entrar a la vida
eterna del reino de Dios, entonces "tiene que haber pagado"
por su alma eterna a la misma Ley de Dios, sólo por medio del
fruto del Árbol de la vida, Ąel Seńor Jesucristo! Es por eso,
que "hay gozo en el alma" del hombre o de la mujer, cuando
"ha sido pagado el precio" infinito de su alma y por el
perdón de sus pecados, también, con la sangre bendita del
gran rey Mesías, Ąel Seńor Jesucristo!

Y este gozo sublime del corazón del hombre, después de
haberse "reconciliado con Dios y con su Ley Sagrada",
entonces no se la puede quitar nadie (ese gozo espiritual) a
esa alma del hombre, mujer, nińo o nińa de la humanidad
entera, en la tierra, ni menos en el reino de los cielos. Es
por eso, que "sólo el Seńor Jesucristo es la reconciliación
única y perfecta de la Ley del paraíso", para con el corazón
y el alma viviente del hombre de toda la tierra. Y "sin el
Seńor Jesucristo", entonces "el corazón vive" triste,
afligido y "sin la reconciliación perfecta de la paz de su
vida", para con la Ley Eterna del cielo y de la tierra.

Es más, "éste gozo celestial" de Dios y de sus huestes
infinitas no se puede comparar a ninguna gloria del más allá,
porque "es la obra perfecta" de las manos de Dios, la cual
está "levantando" nuevas glorias y honras a su nombre santo y
al nombre glorioso de su Hijo, en el cielo y por toda la
tierra, también. Y estas glorias de honras y de exaltación
del nombre de Dios "son muy santas" para el corazón de Dios y
de su Espíritu Santo, por que no solamente "salen" del
corazón del hombre "arrepentido" y de la mujer "arrepentida"
de sus pecados, sino que salen también "llenas del espíritu
de la gracia, misericordia y vida infinita" de su Jesucristo.

Y todo esto es "sólo posible" en el corazón del hombre, de la
mujer, del nińo y de la nińa de toda la tierra, cuando la Ley
de Dios ha sido "cumplida, satisfecha, consumada y pagado",
con el precio de la sangre del Seńor Jesucristo, por el
perdón de su vida y la salvación infinita de su alma eterna,
también. Realmente, esta nueva vida del hombre "regenerada
por el espíritu", de la palabra y de la vida gloriosa del
Seńor Jesucristo, ha de hacer que "el servicio al nombre"
santo de Dios en el cielo y en la tierra", sea entonces mayor
como nunca antes" en toda la historia de la vida de los
ángeles y de la humanidad entera.

Además, nuestro Dios "ha de recibir" cada gloria y cada honra
que nosotros le entreguemos a Él, "en el nombre del Seńor
Jesucristo", porque por esto nos ha creado en sus manos
santas, en el comienzo de todas las cosas, en el cielo y en
toda la tierra, también, para que seamos "vasos perfectos" y
"amigos" de su Ley Eterna. Y sólo así entonces nuestro Dios
ha de ser "sumamente feliz" con nuestras vidas y con nuestras
obras infinitas, en la tierra y en el paraíso, también, por
medio del Seńor Jesucristo, desde hoy mismo y para siempre en
su nueva vida celestial, de su nuevo reino venidero.

Porque el nuevo reino de los cielos ha de ser "un reino",
para sus huestes celestiales de siempre y para su nueva
humanidad infinita de todos los tiempos, "lleno por siempre
de su Espíritu Santo y de su 'Ley Sumamente Cumplida y
realizada' en sus almas eternas", para gloria y para honra
infinita de su nombre sagrado. Es por esta razón, que "el
Espíritu Santo y la Ley Viviente" son muy importantes en
nuestras vidas, para que nuestros corazones sean llenos no
sólo de la luz de la vida eterna del reino de los cielos,
sino también para que nuestros corazones "comiencen" ha hacer
"esas glorias y esas honras tan gloriosas", para nuestro
Creador y Padre Celestial.

Glorias y honras infinitamente santas "escondidas en nuestros
corazones", desde los primeros días de la antigüedad en las
profundidades de la tierra, desde donde nuestro salvador
Jesucristo "levanto la Ley Celestial" hasta el cielo, y por
las cuales nuestro Dios "nos rescato del fondo del polvo de
la muerte", también, para que "se la entreguemos únicamente a
él", hoy mismo. Para que "se la entreguemos solamente a él",
por medio de la "invocación del Seńor Jesucristo", en un día
como hoy, por ejemplo, para "exaltación y para adoración
infinita" de su nombre santo no sólo en nuestros corazones,
como debe de ser siempre, sino también en el corazón de sus
ángeles santos e infinitamente perfectos, del reino de los
cielos.

Porque la verdad es que "sólo por medio de la invocación de
nuestros labios del nombre glorioso y sumamente milagroso del
Seńor Jesucristo es que salen estas glorias y estas honras
escondidas, en cada uno de nuestros corazones", desde mucho
antes de la fundación del reino de los cielos y de toda la
tierra, también. Porque "cada una de estas glorias y honras
de nuestros corazones ha estado escondida en las profundas
tinieblas de nuestros corazones, como las piedras preciosas o
como los diamantes", las cuales se forman en las
profundidades de la tierra a través de los tiempos y con gran
presión entre las rocas también, para que sean sumamente
"maravillosas" en nuestras manos.

Y cada una de estas glorias y honras "no son iguales" en
grandeza y valor, así como las piedras preciosas y diamantes
en sus diferentes tamańos y brillos de sus colores únicos y
propios de ellas mismas, por ejemplo. Realmente, sólo nuestro
Dios conoce "el valor real y verdadero" de cada una de estas
glorias y honras del corazón de cada hombre, mujer, nińo y
nińa de toda la tierra, cuando "se levantan hacia Él y hacia
su altar santo", en el reino celestial, por "la invocación
única y sumamente sagrada" de su Hijo amado, Ąel Seńor
Jesucristo!

Es por eso, que "el arrepentimiento 'del corazón' del hombre
es muy importante" para el Espíritu Santo de Dios, para que
su vida vuelva a nacer, una vez más, pero esta vez del poder
glorioso y sumamente honrado de su Hijo amado, Ąel Seńor
Jesucristo! Y cuando nos hayamos arrepentido de nuestro
pecados y mala manera de vivir, por medio de "nuestro
arrepentimiento perfecto" de nuestros males eternos, delante
de Dios y de su Espíritu Santo, en el nombre glorioso de
nuestro Seńor Jesucristo, entonces "saldrán" una a una "esas
glorias y esas honras", de las cuales sólo le pertenecen a
Dios, infinitamente en el cielo.

Y sólo entonces Dios "habrá recibido tu 'apología y
reconciliación' para con él y para con su Ley Sagrada", la
cual es la vida perfecta de su Árbol de vida eterna, para que
puedas entrar, ver y vivir asimismo la vida eterna de su
nuevo reino celestial, en la nueva eternidad venidera. En
fin, tu "única apología perfecta" delante de Dios, de su
Espíritu Santo, de sus ángeles y así también de todos los
demás, en todos los lugares del cielo y de la tierra, ha de
ser como siempre y para el infinito venidero de tu alma
eterna, Ąel Seńor Jesucristo!

El amor (Espíritu Santo) de nuestro Padre Celestial y de su
Jesucristo es contigo.


ĄCultura y paz para todos, hoy y siempre!


Dígale al Seńor, nuestro Padre Celestial, de todo corazón, en
el nombre del Seńor Jesucristo: Nuestras almas te aman,
Seńor. Nuestras almas te adoran, Padre nuestro. Nuestras
almas te rinden gloria y honra a tu nombre y obra santa y
sobrenatural, en la tierra y en el cielo, también, para
siempre, Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo amado, el
Seńor Jesucristo.

LOS ÍDOLOS SON UNA OFENSA / AFRENTA A LA LEY PERFECTA DE DIOS

Es por eso que los ídolos han sido desde siempre: un tropiezo
a la verdad de Dios y al poder de Dios en tu vida. Un
tropiezo eterno, para que la omnipotencia de Dios no obre en
tu vida, de acuerdo a la voluntad perfecta del Padre
Celestial y de su Espíritu Eterno. Pero todo esto tiene un
fin en tu vida, en ésta misma hora crucial de tu vida. Has de
pensar quizá que el fin de todos los males de los ídolos
termine, cuando llegues al fin de tus días. Pero esto no es
verdad. Los ídolos con sus espíritus inmundos te seguirán
atormentando día y noche entre las llamas ardientes del fuego
del infierno, por haber desobedecido a la Ley viviente de
Dios. En verdad, el fin de todos estos males está aquí
contigo, en el día de hoy. Y éste es el Seńor Jesucristo.
Cree en Él, en espíritu y en verdad. Usando siempre tu fe en
Él, escaparas los males, enfermedades y los tormentos eternos
de la presencia terrible de los ídolos y de sus huestes de
espíritus infernales en tu vida y en la vida de cada uno de
los tuyos también, en la eternidad del reino de Dios. Porque
en el reino de Dios su Ley santa es de día en día honrada y
exaltada en gran manera, por todas las huestes de sus santos
ángeles. Y tú con los tuyos, mi estimado hermano, mi estimada
hermana, has sido creado para honrar y exaltar cada letra,
cada palabra, cada oración, cada tilde, cada categoría de
bendición terrenal y celestial, cada honor, cada dignidad,
cada seńorío, cada majestad, cada poder, cada decoro, y cada
vida humana y celestial con todas de sus muchas y ricas
bendiciones de la tierra, del día de hoy y de la tierra santa
del más allá, también, en el reino de Dios y de su Hijo
amado, Ąel Seńor Jesucristo!, ĄEl Todopoderoso de Israel y de
las naciones!

SÓLO ESTA LEY (SIN ROMPERLA) ES LA LEY VIVIENTE DE DIOS

Esta es la única ley santa de Dios y del Seńor Jesucristo en
tu corazón, para bendecirte, para darte vida y vida en
abundancia, en la tierra y en el cielo para siempre. Y te ha
venido diciendo así, desde los días de la antigüedad, desde
los lugares muy altos y santos del reino de los cielos:

PRIMER MANDAMIENTO: "No tendrás otros dioses delante de mí".

SEGUNO MANDAMIENTO: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza
de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni
en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas
ni les rendirás culto, porque yo soy Jehová tu Dios, un Dios
celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos,
sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me
aborrecen. Pero muestro misericordia por mil generaciones a
los que me aman y guardan mis mandamientos".

TERCER MANDAMIENTO: "No tomarás en vano el nombre de Jehová
tu Dios, porque Él no dará por inocente al que tome su nombre
en vano".

CUARTO MANDAMIENTO: "Acuérdate del día del sábado para
santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero
el séptimo día será sábado para Jehová tu Dios. No harás en
ese día obra alguna, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu
siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el forastero que está
dentro de tus puertas. Porque en seis días Jehová hizo los
cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y
reposó en el séptimo día. Por eso Jehová bendijo el día del
sábado y lo santificó".

QUINTO MANDAMIENTO: "Honra a tu padre y a tu madre, para que
tus días se prolonguen sobre la tierra que Jehová tu Dios te
da".

SEXTO MANDAMIENTO: "No cometerás homicidio".

SEPTIMO MANDAMIENTO: "No cometerás adulterio".

OCTAVO MANDAMIENTO: "No robarás".

NOVENO MANDAMIENTO: "No darás falso testimonio en contra de
tu prójimo".

DECIMO MANDAMIENTO: "No codiciarás la casa de tu prójimo; no
codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su
sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu
prójimo".

Entrégale tu atención al Espíritu de Dios y déshazte de todos
estos males en tu hogar, en tu vida y en la vida de cada uno
de los tuyos, también. Hazlo así y sin mas demora alguna, por
amor a la Ley santa de Dios, en la vida de cada uno de los
tuyos. Porque ciertamente ellos desean ser libres de sus
ídolos y de sus imágenes de talla, aunque tú no lo veas así,
en ésta hora crucial para tu vida y la vida de los tuyos,
también. Y tú tienes el poder, para ayudarlos a ser libres de
todos estos males, de los cuales han llegado a ellos, desde
los días de la antigüedad, para seguir destruyendo sus vidas,
en el día de hoy. Y Dios no desea continuar viendo estos
males en sus vidas, sino que sólo Él desea ver vida y vida en
abundancia, en cada nación y en cada una de sus muchas
familias, por toda la tierra.

Esto es muy importante: Oremos junto, en el nombre del Seńor
Jesucristo. Vamos todos a orar juntos, por unos momentos. Y
digamos juntos la siguiente oración de Jesucristo delante de
la presencia santa del Padre Celestial, nuestro Dios y
salvador de todas nuestras almas:

ORACIÓN DEL PERDÓN

Padre nuestro que estás en los cielos: santificada sea la
memoria de tu nombre que mora dentro de Jesucristo, tu hijo
amado. Venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el
cielo así también en la tierra. El pan nuestro de cada día,
dánoslo hoy. Perdónanos nuestras deudas, como también
nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en
tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el
poder y la gloria por todos los siglos. Amén.

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre
Celestial también os perdonará a vosotros. Pero si no
perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras ofensas.

Por lo tanto, el Seńor Jesús dijo, "Yo soy el CAMINO, y la
VERDAD, y la VIDA ETERNA; nadie PUEDE VENIR al PADRE SANTO,
sino es POR MÍ". Juan 14:

NADIE MÁS TE PUEDE SALVAR.

ĄCONFÍA EN JESÚS HOY!

MAŃANA QUIZAS SEA DEMASIADO TARDE.

YA MAŃANA ES DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS, QUE NO LO SEA PARA
TI Y LOS TUYOS, EN EL DÍA DE HOY.

- Reconoce que eres PECADOR en necesidad, de ser SALVO de
éste MUNDO y su MUERTE.

Dispónte a dejar el pecado (arrepiéntete):

Cree que Jesucristo murió por ti, fue sepultado y resucito al
tercer día por el Poder Sagrado del Espíritu Santo y deja que
entré en tu vida y sea tu ÚNICO SALVADOR Y SEŃOR EN TU VIDA.

QUIZÁ TE PREGUNTES HOY: żQUE ORAR? O żCÓMO ORAR? O żQUÉ
DECIRLE AL SEŃOR SANTO EN ORACIÓN? -HAS LO SIGUIENTE, y di:
Dios mío, soy un pecador y necesito tu perdón. Creo que
Jesucristo ha derramado su SANGRE PRECIOSA y ha muerto por mi
pecado. Estoy dispuesto a dejar mi pecado. Invito a Cristo a
venir a mi corazón y a mi vida, como mi SALVADOR.

żAceptaste a Jesús, como tu Salvador? żSí _____? O żNo
_____?

żFecha? żSí ____? O żNo _____?

Si tu respuesta fue Si, entonces esto es solo el principio de
una nueva maravillosa vida en Cristo. Ahora:

Lee la Biblia cada día para conocer mejor a Cristo. Habla con
Dios, orando todos los días en el nombre de JESÚS. Bautízate
en AGUA y en El ESPÍRITU SANTO DE DIOS, adora, reúnete y
sirve con otros cristianos en un Templo donde Cristo es
predicado y la Biblia es la suprema autoridad. Habla de
Cristo a los demás.

Recibe ayuda para crecer como un nuevo cristiano. Lee libros
cristianos que los hermanos Pentecostés o pastores del
evangelio de Jesús te recomienden leer y te ayuden a entender
más de Jesús y de su palabra sagrada, la Biblia. Libros
cristianos están disponibles en gran cantidad en diferentes
temas, en tu librería cristiana inmediata a tu barrio,
entonces visita a las librerías cristianas con frecuencia,
para ver que clase de libros están a tu disposición, para que
te ayuden a estudiar y entender las verdades de Dios.

Te doy las gracias por leer mí libro que he escrito para ti,
para que te goces en la verdad del Padre Celestial y de su
Hijo amado y así comiences a crecer en Él, desde el día de
hoy y para siempre.

El salmo 122, en la Santa Biblia, nos llama a pedir por la
paz de Jerusalén día a día y sin cesar, en nuestras
oraciones. Porque ésta es la tierra, desde donde Dios lanzo
hacia todos los continentes de la tierra: todas nuestras
bendiciones y salvación eterna de nuestras almas vivientes. Y
nos dice Dios mismo, en su Espíritu Eterno: "Vivan tranquilos
los que te aman. Haya paz dentro de tus murallas y
tranquilidad en tus palacios, Jerusalén". Por causa de mis
hermanos y de mis amigos, diré yo: "Haya paz en ti, siempre
Jerusalén". Por causa de la casa de Jehová nuestro Dios, en
el cielo y en la tierra: imploraré por tu bien, por siempre.

El libro de los salmos 150, en la Santa Biblia, declara el
Espíritu de Dios a toda la humanidad, diciéndole y
asegurándole: - Qué todo lo que respira, alabe el nombre de
Jehová de los Ejércitos, Ąel Todopoderoso! Y esto es, de toda
letra, de toda palabra, de todo instrumento y de todo
corazón, con su voz tiene que rendirle el hombre: gloria y
loor al nombre santo de Dios, en la tierra y en las alturas,
como antes y como siempre, por la eternidad.



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